A nuestro alrededor suceden cambios tecnológicos con gran rapidez, cada seis meses se anuncia la venta de teléfonos con más aplicaciones, televisiones más delgadas, computadoras más potentes...pero ninguna novedad respecto al espíritu humano.
¿En qué momento nos olvidamos de nuestro desarrollo personal para preocuparnos más por un aparato electrónico?
Somos capaces de admirar los avances de la tecnología, el poder de un celular para tomar mejores fotografías, los últimos diseños de temporada, pero no detenemos nuestra rutina diaria para ver un atardecer, una jacaranda en su florecer fugaz o las escasas aves que aún viven en la ciudad.
Nos olvidamos de nosotros mismos y, de paso, de la naturaleza que nos rodea. La mayoría de las personas creen que las transformaciones que requiere el mundo son responsabilidad de "elegidos" o "grandes líderes".
"¿Por qué yo?" nos cuestionamos, para evitar la responsabilidad de involucrarnos en los cambios que nuestra realidad exige.
Un gran ejemplo es el medio ambiente. Creemos que grandes organizaciones y políticos son quienes deben hacerse cargo, cuando desde nuestra casa, en nuestro trabajo y en nuestra vida diaria podemos "poner manos a la obra".
Basta con modificar nuestros hábitos de consumo, compartir el automóvil, desconectar aparatos electrónicos que no utilicemos, separar la basura, reciclar, plantar un árbol, en fin, la cuestión es ¡Actuar!
¿Por qué tú? Porque los grandes cambios requieren de la suma de nuestras acciones.
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